sábado, 6 de marzo de 2010

Masajes a mí



Me uní a la pareja de canadienses en una saludable velada de terapia física en el pueblo de Athu. Mientras Erik y Katherine disfrutaban del masaje Akha, Athu y yo tomábamos una sauna en una pequeña choza calentada por un fuego de leña y aromatizada con siete hierbas diferentes.







Estas actividades forman parte de un programa cultural de siete días mediante el cual los Akha dan a conocer su cultura, en este caso las terapias físicas que practican desde cientos de años. Después de la sauna, disfruté de un masaje a cuatro manos sobre mi contracturado cuerpo. El masaje Akha consiste en presiones firmes con las manos sobre determinados puntos del cuerpo que coinciden con los meridianos energéticos de la medicina china. El o la terapeuta va subiendo desde los pies hasta la cabeza. El masaje tailandés, en cambio, se apoya en la presión más fuerte que se puede ejercer con codos, rodillas y pies, además de las manos, y simultanea estas presiones con estiramientos musculares.

Tam me había explicado que además existen unos médicos tradicionales Akha especializados en terapia física que realizan masajes con técnicas diferentes. Ésta es la tercera pata de su proyecto médico y cultural para recopilar este conocimiento, junto con el de las hierbas medicinales y las ceremonias chamánicas, y transmitirlo a las futuras generaciones para que no se pierda. Me cuenta que la mayoría de médicos superan ya los sesenta años y se ganan la vida en otros trabajos pues sólo cobran la voluntad y la mayoría de pacientes son tan pobres que no pueden pagar nada. Tam pretende mejorar las condiciones de estos médicos para que puedan vivir sólo de su trabajo y así puedan ayudar a más gente y mostrar a los más jóvenes que es una dedicación con futuro. Como sea que nuestra asociación Udutama va a estudiar la posibilidad de ayudar a Tam en su proyecto, le acompañé a visitar a uno de ellos y aproveché para someterme a una sesión que me aliviara un dolor persistente en mi costado derecho.



Esperamos a que el médico acabara con dos pacientes que estaban delante de mí y aprovechamos para hacerle algunas preguntas. Nos dijo que existen dos tipos de terapeutas, los que han aprendido de un familiar y los que tienen el conocimiento innato. Él es de la segunda clase. Uno de los pacientes nos explicó que hacía un tiempo no podía doblar la cintura. Visitó hospitales y traumatólogos pero seguía igual. Finalmente se decidió por este médico y tras cuatro sesiones ya casi toca con las manos al suelo.




El masaje que me realiza incide en los puntos más dolorosos. El terapeuta presiona con sus dedos con una fuerza increíble y noto cómo mis tendones o nervios o músculos o lo que sea, se retuercen entre sus llemas. “Aná, aná, aná”, aprendo a decir en Akha, “duele, duele, duele”, mientras él continúa con una sonrisa socarrona. Pero acaba la sesión y noto una cierta ligereza en mi lado derecho que hacía tiempo que no sentía. Me dice que necesitaría dos o tres sesiones más con dos días de descanso entre una y otra. Imposible, he de salir para Laos. Pero le digo que cuando vuelva a Chiang Rai, quizás dentro de unos meses, me someteré a su tratamiento.


2 comentarios:

Luchida dijo...

Qué chulada. Estas técnicas tienen pinta de ser una pasada... ¡Nada como la medicina natural!

Xavi dijo...

Pues sí, realmente funcionan, lo he podido comprobar con varios pacientes. Y teniendo en cuenta que para muchos Akha es la única medicina a la que tienen acceso, el proyecto de preservar y transmitir este conocimiento y que no se pierda es de vital importancia para los Akha. Espero poder encontrar financiación desde Udutama. Gracias por acompañarme en este viaje con tus comentarios, Luchida. Un beso !