La ciudad se ve linda desde acá arriba. Me costó subir al Parc Güell, con este calor otoñal. El veranillo de San Martín, le dicen. Quise pasar antes por la Kasa de la Montaña, en la falda del monte. Es una mansión centenaria modernista, okupada desde hace unos años, pero estaba todo desangelado. Parece ser que montan una escalera mecánica donde antes había una escalera de piedra. La modernidad ... o las ganas de joder, quién sabe. Ésta es una primera constatación, a modo de hipótesis de partida: acá las islas de libertad no las quiere el poder instituido.
Yo tengo una misión acá. Una misión pacífica pero contundente. Una misión plenamente zapatista pues. Tengo que llamar la atención pero sin arriesgar el proyecto. Tengo que observar y agitar. Visitar los sitios del poder y tomar nota. Este poder instituido que se alejó de la gente. Este poder enquistado, quizás un atributo de todo poder. Este poder que hace daño, que se alimenta de la sangre de la gente y escupe sobre sus heridas. Ya todos sabemos que la más alta política y la más alta economía están aliadas desde hace tiempo para repartirse el pastel. Y uno no quiere nomás que una migaja para cubrir sus necesidades pero ya ni eso te dan. Así que he venido para constatar quién se come el pastel y a costa de quién. Y quizás cuando sepamos podamos actuar.
Pues bien, ahora me bajaré a esta linda ciudad y tomaré notas. Me acompaña Onisósino, que es quien toma las fotografías y se encarga después de publicar mis notas en este blog. Para que quede constancia de que acá vino un zapatista y esto fue lo que vio. Observar y agitar. A eso vine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario