jueves, 29 de enero de 2015

Insaculación



Durante mi último breve pero intenso viaje, me acompañó por las noches y en los trayectos en tren un maravilloso libro del historiador británico John H. Elliott, “La rebelión de los catalanes (1598-1640)”. Quería encontrar algún paralelismo entre aquella rebelión social y política del siglo XVII y la que parece ocurrir hoy en día, para captar alguna pista histórica que nos permitiera comprender mejor la realidad actual.

Estaba yo todavía abrumado por los antagonismos surgidos a raíz del proceso de elecciones al Consejo ciudadano de Podemos en Barcelona, cuando a través de esta lectura me enteré de que ya en fechas tan lejanas como el siglo XIV y XV algunos municipios de la Corona de Aragón se habían encontrado con los conflictos que generan sistemas de elección de consejeros municipales basados en la cooptación, es decir, en el nombramiento a dedo de personas de confianza para ocupar cargos. Los cargos cesantes y personas poderosas de los diferentes estamentos representados nombraban como sucesores a gente de su confianza, lo cual generaba luchas intestinas entre familias que aspiraban a dichos cargos: «perquè los qui tenen maior facció y parcialitat en lo consell fan los oficis a son plaher».
 Por eso se introdujo como método de elección la insaculación, conocido también como «regimen sortís», «sistema de sac e de bossa», «regiment de sach e de sort», «via de sac», o elección «a la ventura», un sistema por el que la mano inocente de un niño o niña menor de diez años sacaba de un saco una bolita o cédula con el nombre de la persona que debía ocupar el cargo, de entre un número de ellas que previamente habían sido seleccionadas por los diferentes estamentos, tras comprobarse su capacidad para ejercer el cargo.



Otro historiador nos cuenta los resultados de introducir este sistema de sorteo en la elección de cargos municipales en diferentes ciudades del Principado en esa misma época:
“La introducción de la insaculación era requerida como una necesidad de la misma dinámica ciudadana, como recurso jurídico de pacificación de los bandos, y como instrumento fundamental para poner freno a las ambiciones desmedidas de poder de los grupos oligárquicos de cada población, que se disputaban el control del gobierno municipal. Y en este sentido hay que tener muy presente que, dejando de lado los aspectos más o menos formales de su mecánica electoral, la insaculación era antes que otra cosa un procedimiento eficaz para la regulación de la vida social y política de las comunidades ciudadanas”.

Este sistema redujo tanto los conflictos que fue generalizándose en la mayoría de municipios y en Catalunya llegó a ser el sistema de elección por excelencia de cualquier cargo público, ya fuera al Consell de Cent municipal de Barcelona, como a las Corts catalanas y a la Diputació del General, también llamada Generalitat de Catalunya. Hay que precisar que la limitación de mandato era por lo general de un año, y que debían pasar varios años antes de que una misma persona lo volviera a ocupar. Desgraciadamente el absolutismo de Felipe V derogó el sistema en 1714 con el Decreto de nueva Planta tras la guerra de Sucesión. Es decir, que durante más de tres siglos funcionó en todas las instituciones de Catalunya un sistema de elección donde el sorteo previa validación y la rotación jugaban un papel primordial.

Viene a cuenta esto a raíz de los múltiples conflictos que se están generando en diferentes partes del Estado español en las elecciones de los órganos territoriales de Podemos. Allí donde ha habido un fuerte mecanismo de confección de listas por cooptación es donde se han generado más conflictos con otras listas alternativas y con las bases en general, conflictos que perduran después de las elecciones. Si en los albores de la democracia en Atenas ya se acudía al sorteo como mecanismo democrático por excelencia, en el que curiosamente también intervenía la mano inocente de un púber, y hasta comienzos del siglo XVIII todavía se utilizaba en la Corona de Aragón y en Catalunya en particular, cabe preguntarse si no sería ahora un buen momento para introducirlo de nuevo en nuestros mecanismos de elección de cargos, ya sea en organizaciones democráticas o en las instituciones públicas. En una época como la actual, en que la democracia es secuestrada por diferentes grupos de presión económicos, políticos, religiosos o mediáticos, tenemos que ensayar nuevos sistemas de elección que nos ayuden a superar los conflictos y las luchas de poder para recuperar la democracia radical, aquella que asegura en mayor grado la igualdad en la toma de decisiones públicas. 

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